Los triángulos masónicos, grandes desconocidos en la masonería anglosajona, ocuparon un lugar destacadísimo y crucial en la expansión de la masonería española y difusión de sus principios hasta nuestra Guerra Civil.
Los fines de un triángulo, a grosso modo, son: mantener las relaciones, lazos de solidaridad y ayuda mutua que deben existir entre Hermanos aislados en un Oriente alejado de una Logia Regular; recibir a los visitantes que se puedan poner en contacto con el triángulo e invitarles a participar activamente en sus reuniones fraternales; ayudar a sus miembros en la educación y práctica de los diferentes grados simbólicos y en el estudio de un Rito y sus rituales; y principalmente, propiciar la constitución de una Logia Simbólica Regular en los lugares donde se celebran los encuentros fraternales.
El actual Gran Maestro, muy sensible a atender las peticiones de los Hermanos, planteó en el estudio que derivó en la aprobación de la primera fase de la Reforma de nuestra Constitución y Reglamentos Generales, si los Hermanos estarían de acuerdo en la creación de triángulos masónicos. Dicha propuesta fue respaldada por más del 80% de los Hermanos y abrumadoramente en el Gran Cónclave subsiguiente, por lo que fue aprobada e incluida en la Reforma.
Hoy, los triángulos son una realidad: ya se han publicado los decretos de constitución de los cuatro primeros y son muchos los solicitados en proceso de tramitación. Pronto la luz masónica brillará en todas las provincias de España.
RH Andoni Fuentes de Cia – Gran Inspector de Formación – GLE