“Aprende, no para acumular conocimientos como un tesoro personal, sino para emplear lo aprendido al servicio del mundo.” — R. S.

 

La masonería española regular ha experimentado en los últimos años un importante proceso de renovación y crecimiento. Gracias a este esfuerzo, hemos logrado organizar aspectos esenciales para afrontar los desafíos de nuestro tiempo. Sin embargo, más allá del progreso estructural, ha sido la adversidad la que nos ha llevado a una reflexión profunda sobre nuestra misión.

La reciente tragedia sufrida en Valencia, a la que muchos miembros de la masonería ofrecieron su ayuda comprometida, ha supuesto una catarsis para nuestra hermandad. Este doloroso episodio nos ha impulsado a retomar con renovada fuerza uno de nuestros pilares fundamentales: la beneficencia y la solidaridad.

Gracias al incondicional apoyo de los hermanos y al compromiso del Gran Hospitalario y de todos los hospitalarios de la Orden, hemos conseguido movilizar los recursos y la voluntad necesarios para actuar con mayor determinación. Ahora, con una conciencia más despierta ante la incertidumbre del futuro, el Muy Respetable Gran Maestro de la Gran Logia de España, junto con sus oficiales, ha decidido reactivar la Fundación Acacia y fortalecer la Comisión de Beneficencia y Solidaridad de la Orden. La presidencia de esta comisión ha recaído, con espíritu de servicio, humildad y sentido del deber, en mi persona.

Un Primer Paso: La Acción Solidaria en Gran Canaria

Como primer acto simbólico y comprometido de esta nueva Comisión de Beneficencia, hemos llevado a cabo una acción solidaria con la esperanza de que marque el inicio de una etapa fructífera y útil.

A principios de marzo de 2025, un grupo de hermanos participamos en un evento solidario en Telde, Gran Canaria. La Gran Logia de España realizó una donación de 5.000 € a la ONG Aldeas Infantiles SOS-Las Palmas, tras visitar la Aldea Infantil ubicada en el barrio de Las Medianías.

El encuentro fue encabezado por el Muy Respetable Gran Maestro de la GLE, Txema Oleaga, acompañado por el Respetable Gran Maestro de la Gran Logia Provincial de Canarias, Joseba de Larruzea Vaquero, el Gran Hospitalario de la GLE, Antonio Gómez, y el Presidente del Consejo de Beneficencia y Solidaridad de la GLE, Javier León. Tras una inspiradora visita al centro, hicimos entrega del cheque solidario a la directora de Aldeas Infantiles SOS Las Palmas, Nayra Santana Domínguez, y a la representante del área de captación de fondos de Aldeas Infantiles en la provincia de Las Palmas, Saro Hernández González.

Un Camino de Compromiso y Acción

Con este acto se abre un camino tan complejo como ilusionante, que exige entrega y dedicación para cumplir el reto de reactivar la Fundación Acacia, renovar su patronato y consolidar una Comisión de Beneficencia y Solidaridad verdaderamente útil y operativa. Su misión será estar alerta ante las innumerables necesidades que podamos aliviar y apoyar, contribuyendo así de manera efectiva a la labor encomendada.

Desde sus orígenes, la masonería ha asumido un compromiso inquebrantable con la beneficencia y la solidaridad. La primera, entendida como un sistema organizado de asistencia social para mejorar la vida de los más desfavorecidos; la segunda, como un principio esencial que promueve la fraternidad y la responsabilidad mutua en la construcción de una sociedad más justa.

Si uno de los pilares fundamentales de la masonería es el Servicio a la Humanidad, mediante la construcción de la Fraternidad, este servicio debe plasmarse en acciones concretas de beneficencia y solidaridad. Al fortalecer una red sólida de apoyo y asistencia, no solo impactaremos positivamente en nuestra comunidad y en la sociedad, sino que también reforzaremos los lazos entre los hermanos, deseando con ello convertirnos en un referente inspirador.

El sentirnos útiles nos hará mejores, y, al mismo tiempo, nos permitirá dar sentido a uno de nuestros más altos ideales:

“Hacer de un mundo bueno, un mundo mejor.”

 

El Viaje del Masón: Del Aprendizaje al Servicio

Masónicamente hablando, antes de ser Maestro, un masón debe ser Compañero, y antes de ser Compañero, Aprendiz. El maestro constructor aprende primero a pulir su piedra, a ordenarla en la pared del templo, hasta que, con el tiempo, el esfuerzo y la perseverancia, logra contribuir a la Gran Obra.

El camino de la masonería no es solo uno de aprendizaje y reflexión, sino también de acción. Tras la disciplina de la meditación y el silencio del Aprendiz, el conocimiento del Arte Real del Compañero y el servicio al Ideal del Maestro, el masón atraviesa el umbral de la esperanza y emprende su viaje definitivo: el servicio a la humanidad. Es por ello que la masonería regular española debe dar un paso al frente y fortalecer la beneficencia y la solidaridad para el bien de todos.

 

RH Javier León

Presidente de la Comisión de Beneficencia y Solidaridad – GLE