No es regla el formato entrevista en nuestro boletín El Oriente. Pero el nombramiento de nuestro hermano Javier Rivas como Diputado Gran Maestro nos ha parecido una buena oportunidad de ayudar a conocer a nuestros grandes oficiales, y comprender mejor su trabajo en la Orden. Qué mejor que sentarnos con él… y darle trabajo.

Estimado hermano Javier, sois el nuevo Diputado Gran Maestro de la Gran Logia de España (GLE), y con esta entrevista queremos conoceros un poco más y presentaros a todos los hermanos. ¿Podéis explicarnos brevemente vuestra trayectoria masónica?

Javier Rivas: Me inicié en la que sigue siendo mi Logia, Aleph 147, en mayo de 2006, donde he cumplido todo el camino de formación hasta mi Instalación como Venerable Maestro en septiembre de 2012. Mi rito madre, el que más conozco, es el Rito Francés Moderno, pero he podido conocer otros ritos como Emulación, York y el Escocés, Antiguo y Aceptado a través del estudio y visitas a logias que los practican. Mi progreso masónico ha ido de la mano de mi rito a través del Gran Capítulo Francés, donde tengo el grado de Caballero Rosacruz y Caballero del Águila Blanca. Además, soy miembro de las órdenes de Marca, Nautas, Arco Real, Cordón Escarlata, Monitor Secreto y de la Sociedad Rosacruciana de Inglaterra (SRIA) con el Grado VII de Adeptus Exemptu.

He sido Gran Maestro de Ceremonias en la provincia de Castilla y su Representante ante el Gran Cónclave durante dos mandatos. Y en breve ingresaré en el Supremo Consejo del Grado 33 y en la Orden de Athelstan.

Soy el primer masón que conozco de mi familia y de mi entorno, por lo que no tengo ninguna alcurnia masónica de la que presumir, pero sí la convicción de qué es lo que me trajo aquí y lo que me mantiene aquí: un profundo amor por el ser humano y por el progreso de la sociedad.

 

¿Y vuestro currículum? ¿Cuál es vuestra formación y a qué os dedicáis profesionalmente?

JR: Soy el cuarto de cinco hermanos de una familia muy modesta. Mi padre tuvo que emigrar a Francia y a Alemania en la década de los 60 y los 70, pero cayó enfermo pronto, lo que nos obligó a todos a contribuir al mantenimiento de la familia. Por mi parte, compatibilicé mis estudios con trabajos en la hostelería y en todo lo que surgía, desde muy joven. Con mucho esfuerzo, mío y de mi madre, pues mi padre murió demasiado pronto, y gracias también a las becas públicas, pude terminar mis estudios en Ciencias Políticas, en Sociología y en Derecho.

Hubo un gran profesor que se cruzó en mi camino universitario, el catedrático de Derecho Administrativo Javier Salas, quien fuera Secretario General del Tribunal Constitucional, que orientó mi formación hacia la Administración Pública, cursando estudios de posgrado en control y evaluación de la gestión y de las políticas públicas en la Unión Europea y la Estructura y procesos de decisión de los sistemas políticos europeos entre otros.

Fui Profesor de secundaria, trabajé de formador en un centro de discapacitados en Libourne, cerca de Burdeos, formé parte como Técnico de la Selección Nacional Española de Boccia, un deporte paralímpico de personas afectadas de parálisis cerebral, y en el año 2000 ingresé en el cuerpo de secretarios-interventores de ayuntamiento. Desde entonces ejerzo mi profesión en la administración local, que ha sido y es una de mis grandes pasiones.

 

Entendemos que vuestra preparación ha sido clave a la hora de afrontar la Reforma de la Constitución de la Gran Logia de España – Grande Oriente Español. ¿Por qué se afrontó esta reforma?

JR: Creo que mi involucración directa y activa en el proceso que desde 2018 ha estado reclamando profundos cambios en la organización de la Gran Logia de España ha sido determinante para que el Gran Maestro de la GLE Txema Oleaga confiara en mí para dirigir el trabajo de Reforma Constitucional que hemos llevado adelante.

Durante 40 años hemos tenido un ordenamiento constitucional que nació con una fuerte influencia de otros ordenamientos, especialmente el de los hermanos ingleses, que en varios aspectos chocaban un poco con nuestra tradición jurídica y que confiaba mucho en la buena fe de los dirigentes, sin prever la posibilidad de que un ordenamiento como el que teníamos permitía, en manos poco adecuadas, excesos que no eran ni son tolerables en una organización fraternal de hombres libres.

La falta de transparencia, y el uso y abuso de medios y poderes de la anterior Gran Maestría, hicieron que muchos hermanos nos cuestionáramos seriamente nuestro ordenamiento, y viéramos la necesidad de acometer una profunda reforma encaminada a impedir acciones y actitudes que habían minado mucho la confianza en la dirección de la Gran Logia de España.

En este proceso también estuvo el actual Gran Maestro, desde el primer momento, lo que sirvió para conformar un equipo muy comprometido con la causa de la Reforma y con la convicción de que tenía que ser una reforma de todos, participativa y consensuada, para dar respuesta a las necesidades de la Gran Logia de España. Y de ahí su principal compromiso cuando se presentó para ser elegido Gran Maestro.

 

¿Podéis describirnos cómo fue el proceso desde dentro?

JR: Ahora que hemos culminado con éxito la primera gran reforma y está en marcha la segunda, que será más concreta y con mucho menos alcance, he de confesar que hubo momentos muy complicados. El trabajo en equipo no es nada sencillo, y coordinar a personas con diferentes ritmos de trabajo e implicación ha supuesto un esfuerzo extra con el que no contaba.

Tuvimos que diseñar una metodología de trabajo que empezaba por recabar la opinión de los hermanos sobre las carencias de nuestro ordenamiento y sobre los aspectos que entendían que había que cambiar. Tuvimos que interpretar el artículo 28 de la Constitución de la GLE, que era el que nos indicaba cómo había que llevar a cabo la reforma, pero que no hablaba nada del proceso participativo ni del proceso previo a la reforma. Todo eso lo hicimos ex novo, haciendo uso de nuestra experiencia y de otros procesos de reforma llevados a cabo en otras instituciones, no necesariamente masónicas.

Al mismo tiempo, hubo que recopilar mucha información sobre cómo se afrontaban las cuestiones que queríamos reformar en otros ordenamientos masónicos de la Regularidad y cómo adaptarlos a nuestra idiosincrasia.

Y por último, teníamos que hacer que la propuesta final fuera conocida, debatida y enmendada por el mayor número de hermanos posible. Como así fue.

He perdido la cuenta de las reuniones informativas y de trabajo que hemos llevado a cabo. Pero, una vez visto el resultado de todo aquel trabajo, sinceramente me doy por muy satisfecho, porque creo que este resultado ha contado con todos los mecanismos de participación y transparencia que nos impusimos y, aunque eso hizo que el trabajo fuera más lento y más amplio, también contribuyó de manera importante a que hayamos obtenido el mejor resultado posible.

En lo personal asumo toda la responsabilidad por los errores y las carencias que pudieran darse ahora o en el futuro, pero nadie podrá negarme, ni a mí ni al equipo que conformamos, que el trabajo, en muchos casos extenuante, se hizo con la mayor sinceridad, dedicación y respeto por nuestra Orden, por la Regularidad y por los hermanos que formamos parte de la Gran Logia de España.

El 20 de enero de 2024, cuando se aprobó la Reforma en Fuengirola, fue uno de los días más emotivos y especiales de mi vida masónica. Fue además un tipo de votación inédita en la GLE, y en la que la organización de la Gran Logia Provincial de Andalucía dirigida por su Gran Maestro, el hermano Shaun Parsons Herrera, fue modélica. No tengo más que agradecimiento a los hermanos y al Gran Maestro por haberme dado la oportunidad de ser parte de todo este proceso.

 

¿Y en qué estado estamos ahora, cuáles son los siguientes pasos?

JR: Conviene recordar que todo el proceso de Reforma se hizo compatibilizándolo con la gestión diaria de la GLE, afrontando un buen número de problemas y de actividades cotidianas que no nos han permitido parar un solo instante.

La Reforma constitucional conlleva también la obligación de adaptar y reformar los Reglamentos Generales de la Orden, y en eso estamos desde hace meses, con el compromiso y la obligación constitucional de hacerlo todo en el plazo de un año. De hecho, en el pasado Gran Cónclave del 14 de junio ya hemos completado la adaptación de 4 de los Reglamentos Generales, y seguimos trabajando sin descanso en acometer la Reforma de todos ellos y darles un formato y una estructura más adecuada y ajustada al nuevo ordenamiento.

Pero, además, el Gran Maestro nos conminó a proponer una segunda Reforma constitucional que asumiera el trabajo de la Comisión de asuntos contables, a los efectos de adecuar también nuestro ordenamiento constitucional a las exigencias administrativas y contables de las leyes profanas que también nos obligan. En este sentido, ya hay sobre la mesa una propuesta de segunda Reforma que iniciará en breve todo su periplo para poder realizarse en los plazos establecidos.

Y todo esto lo estamos haciendo al mismo tiempo que hemos iniciado todo el proceso de modernización, digitalización y agilización de los procesos administrativos internos de la Gran Logia de España, que era una de nuestras asignaturas pendientes, y que, aunque está en nuestra hoja de ruta desde el minuto uno, resulta cierto que no habíamos avanzado lo suficiente.

Precisamos una organización con una administración cercana, transparente y ágil. Que no haya procesos paralizados por la desidia o el interés de nadie y que todo fluya de forma automática y sin interferencias.

 

Antes de despedirnos, ¿qué expectativas tenéis de vuestro paso por el cargo de Diputado Gran Maestro?

JR: Mi experiencia en la dirección de la GLE de estos dos años me ha hecho tener claras unas cuantas cosas, que ahora asumo desde la nueva responsabilidad que el Gran Maestro me ha encomendado.

Tengo la convicción absoluta de que estamos aquí para servir a la Orden y, sobre todo, a los hermanos. Si bien hoy ocupo esta alta responsabilidad, más pronto que tarde volveré a mi Logia como lo que siempre he sido y he pretendido: ser un hermano más del taller.

Mientras, espero cumplir con el compromiso y la palabra dada cuando asumí el reto de ayudar al Gran Maestro a liderar todo el cambio que pedíamos para la GLE, y contribuir a aproximar la GLE a todos los hermanos, haciéndoles partícipes de las decisiones, involucrándoles más en los objetivos y el desarrollo de todas las acciones que se pongan sobre la mesa.

Y, por último, espero ayudar a promover que la presencia de la GLE y de la masonería en la sociedad sea acorde a los nuevos tiempos, y que podamos ser un referente de trabajo, de propuesta y de compromiso con el progreso de la sociedad de la que formamos parte.

Todo esto es lo que motivó la candidatura del Gran Maestro, y me siento plenamente vinculado al proyecto y a la Gran Maestría de Txema Oleaga. Tengo muy claro que podremos disentir, pero el disenso sólo puede ser la base del consenso posterior y nunca de la ruptura. Cuando se está convencido de que no siempre acertamos, es más fácil asumir el criterio del otro como perfectamente válido y alcanzar los acuerdos necesarios.

Esa es una de las más importantes enseñanzas de la masonería que procuro no olvidar nunca.

Querido hermano Javier, muchas gracias por vuestras palabras, por vuestro tiempo, y por vuestro trabajo.